jueves, 29 de marzo de 2012

No sólo para mujeres

Reseña publicada en el suplemento Artes&Letras del Heraldo de Aragón el jueves, 29 de marzo de 2012.

Este puede ser un libro hecho por y para mujeres, pero a quien de verdad se lo recomiendo leer es a los hombres. Advirtiéndoles antes que en estos doce relatos se van a encontrar con la versión o punto de vista personal de Margarita Barbáchano sobre varios temas. Opinión con la que se puede estar de acuerdo o no –según cada cual-, pero que tiene la innegable virtud de darle voz a las mujeres y por la que los hombres, al escucharla, podrán aprender a cerca de ellas, sus necesidades, reacciones y silencios y comprenderlas mejor.
Temas que, analizados desde la perspectiva de una mujer, resultan comunes y afectan a los dos aunque las respuestas, la manera de llevarlo puedan ser distintas. Verse mayor de repente, contemplar los estragos de la edad en la cara y el cuerpo; la jubilación forzosa y anticipada, el despido a los cincuenta y sus devastadoras consecuencias, la humillación y la pérdida de la autoestima; los problemas con los hijos, primero la adolescencia y luego cuando se van de casa; la separación y los motivos de cada uno; las manías y achaques de la vejez o el convertirse un día en abuelos.
Temas específicos de las mujeres que han cumplido los cincuenta y cómo les afecta esa edad: el sexo, las arrugas en el espejo, las dietas para no engordar, y, sobre todo, la menopausia y sus consecuencias.
Y temas polémicos como el suicidio asistido, la ideología política, el asesinato, la prostitución masculina, las drogas o el lesbianismo que -para mí- resultan oportunistas, tendenciosos o de un cinismo inaceptable como en el caso de la infidelidad que se justifica alegremente.
Relatos que para bien y para mal están más cerca del reportaje periodístico, del artículo de sociedad que de lo estrictamente literario, pero que en ningún caso producen indiferencia o aburrimiento.
Opinión desarrollada, introducida en una narración como la forma de llegar y permanecer más allá de la hoja de un periódico, la noticia con fecha de caducidad o la fría estadística.
Temas comunes y específicos; consecuencias, sentimientos, efectos que serán igual, se repetirán igual ahora que dentro de treinta años. Momentos para los que seguirán valiendo las mismas soluciones que da Margarita: tener el valor, la fortaleza y el ímpetu para empezar una nueva vida. Saber lo que ella siente y necesita, que siga siendo visible sí, pero también lo que es necesario para los dos: el respeto, la igualdad desde la complicidad y el amor, la comunicación y la sinceridad. Dejar el machismo y el hembrismo para los malos chistes y los estereotipos. Y una lección final sobre la apariencia y la dignidad en un gran relato último sobre cómo, cumplidos los setenta, recién liberados, podemos todavía reinventarnos.

Margarita Barbáchano. “Mujeres en la edad invisible”. 182 páginas. Mira Editores. Zaragoza, 2011.

martes, 6 de marzo de 2012

Turia rescata la poesía de Jesús Moncada

La revista cultural TURIA distribuirá su nuevo número a partir del próximo día 15 de marzo y, como es habitual, entre la amplia variedad temática de los textos que componen el sumario, los lectores que se interesan por los asuntos y protagonistas aragoneses no quedarán defraudados. Les aguardan dos sugestivos artículos: el primero de ellos dedicado a rescatar del olvido la poesía de Jesús Moncada. Sin duda, el gran escritor de Mequinenza, de reconocida solvencia y prestigio como narrador gracias a novelas como “Camino de sirga”, nos revela ahora una faceta inédita y digna de atención.
También las páginas de TURIA redescubren a uno de los personajes más singulares y notorios del siglo XIX turolense: el escritor, profesor y político Manuel Polo y Peyrolón. Quien fuera uno de los nombres propios más prolíficos y activos del conservadurismo español, mostró siempre un verdadero compromiso social y creativo con Teruel. Carlista, católico y costumbrista, Polo y Peyrolón merecía una aproximación que nos clarificara y actualizara su controvertida biografía.


La prehistoria lírica de Jesús Moncada
A través de un trabajo elaborado por Javier Barreiro, TURIA ofrece la posibilidad de conocer más y mejor la labor creativa de Jesús Moncada (1941-2005). El hallazgo, en una librería de viejo, de un conjunto de poemas de Moncada publicados en 1961 constituye toda una sorpresa. Barreiro nos da noticia detallada de este rescate y valora los versos que Jesús Moncada escribiera en su juventud y que vieron la luz en una llamada “Hoja mural de poesía para el pueblo”.
Jesús Moncada había hecho el bachillerato en Zaragoza, en el Colegio de Santo Tomás, donde tuvo como profesor de literatura a Rosendo Tello. En 1961, fecha de la edición de sus versos, se encontraría estudiando en la Escuela de Magisterio, donde obtuvo el título que después ejercería en su Mequinenza natal.
El interior de la publicación es un desplegable con los dibujos intercalados entre los textos. Dos poemas breves con los títulos de “Gaviota de la agonía” y “Gaviota del amigo”, dos narraciones dialogadas que se pueden considerar como prosa poética, “Emboscada” y “Lilas”, y diez composiciones cortas que Moncada enmarca bajo el título general de “Poemas” son el contenido de la publicación.

viernes, 2 de marzo de 2012

La tercera España

Reseña publicada en el suplemento Artes y Letras del Heraldo, el jueves, 1 de marzo de 2012

José Ramón Arana, pseudónimo de José Ruiz Borau, nació en 1905 en Zaragoza y murió en 1973 en la misma ciudad. Primero cenetista y después de la UGT, durante la Guerra Civil ocupó diversos cargos públicos relevantes en el Consejo de Aragón y en 1939 estuvo interno en el campo de Gurs, en Francia; de donde consiguió salir para irse a México, en donde vivió hasta un año antes de su muerte. En aquel país trabajó de vendedor de libros hasta que montó su propia librería.
Agitador cultural, editor literario, director y redactor de revistas, poeta, narrador, ensayista e incluso dramaturgo fue dinamizador del exilio español. Arana es, sin duda, de esos personajes que merece la pena recuperar desde esa perspectiva. Pues su subrogación al Partido Comunista y pertenencia al siniestro SIM y el abandono, en plena guerra, de su mujer y sus hijos -una trágica historia que espero que obtuviera de ellos la reconciliación de su perdón- no resulta nada edificante ni ejemplar.
“El cura de Almuniaced” es una novela corta que fue publicada por vez primera en México en 1950 y que ahora recupera acertadamente Gara d’Edizions. Almuniaced es en realidad Monegrillo, el pueblo materno y en el que sorprendió a Ruiz el estallido de la Guerra. Entiendo que algunos lectores encontraran en esta novela una historia a la medida de esa horrible frase hecha de sus filias y fobias. Y yo no me opondré, cada cual es libre de decorar a su gusto la república independiente de su casa. Y más que nada porque es verdad que la historia que cuenta, así, reducida a lo más básico y superficial; narra eso, el asesinato de un cura por las tropas franquistas. Habrá otros que decidan ir más allá y entren en su aspecto filosófico y teológico. La personalidad de Mosén Jacinto, su protagonista. La duda que lo hace humano, débil y fuerte. La cita de Machado. La pugna entre fe y razón. La Generación del 98, los carlistas de Valle-Inclán, el médico del pueblo y Baroja y la parte metafísica y su explícita relación con Unamuno, más cerca de El Sentimiento trágico de la vida que de San Manuel Bueno, martir. Incluso también con el papel de la Iglesia en aquella Guerra y su culpa, y el reflejo sociológico de aquella década de los cincuenta en España y un nuevo movimiento, los cristianos de base, los curas obreros, su implicación en las reivindicaciones sociales; la teología de la liberación y su interacción con el marxismo.
Yo me quedo con la parte narrativa, su estilo nítido, telegráfico y demoledor. La poesía latente, siempre a la vista. La añoranza, evocación detallista, melancólica y enamorada del paisaje de los Monegros. Recuerdos que ningún destierro y ninguna lejanía consiguieron eliminar. “Quieto, abstraído, dejaba correr los ojos tierras arriba, hasta donde la sierra, rosa y azul, es una quilla adormecida en la llanura”.
Y me quedaré, sobre todo, con lo que entiendo que es hoy y ahora lo más válido, setenta y seis años después de aquella trágica y maldita Guerra: Mosén Jacinto no estaba con unos ni con otros. Fue fiel a su conciencia, a su fe y pago con su vida. “Delincuentes eran todos, los que se iban y los que se quedaban, los del orden y los del desorden. Todo el que sentía odio y lo avivaba en los demás delinquía contra la ley de Dios, contra el interés de la Patria, contra lo divino y lo humano. Allí no había redentores de izquierdas ni salvadores de derecha, sino locos, fraticidas, verdugos”.
En aquella época no se podía ser independiente, la inmensa mayoría eligió un bando por imposición o por voluntad propia. Algunos de los que no se sentían identificados ideológicamente con ninguno, o desencantados o aterrados por los dos, abandonaron España; otros no pudieron hacerlo. Para mí esta novela tiene el valor de presentar a un personaje de aquella tercera España que no fue posible y quedó en minoría ahogada por la irresponsabilidad política y su discurso, arrasada por el odio y el fanatismo, por aquella “locura de caínes”.

José Ramón Arana. “El cura de Almuniaced”. 92 páginas. Gara d’Edizions. Zaragoza, 2011.